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Has sido bebé, ¿lo recuerdas?

Has sido bebé, ¿lo recuerdas?

Quizá porque “si no lo vemos, no lo creemos”, resulta difícil ser conscientes de que la vida comienza en la concepción. Puede que por eso celebremos los cumpleaños conmemorando el día del nacimiento, situando ahí el inicio de nuestra existencia y obviando los nueve meses anteriores.

 

Durante mucho tiempo hemos pensado que, después de nacer, los bebés “no se enteran de nada”, que su llanto es un acto reflejo, que sus sentidos no están apenas desarrollados, y hemos llegado a practicar cirugías sin anestesia basándonos en estas falsas creencias. (Verny, 2003)

 

Sin embargo, gracias al incremento de estudios sobre el bebé intra y extra uterino realizados a finales del siglo XX, la comunidad científica ha puesto encima de la mesa datos relevantes acerca de la inteligencia, las capacidades perceptivas y de aprendizaje, así como la intensa vida psíquica que experimentamos todos los seres humanos durante el periodo perinatal.

 

Durante mucho tiempo hemos pensado que, después de nacer, los bebés “no se enteran de nada”

 

En la tripa de mamá identificábamos el sabor del líquido amniótico, ingiriendo más cuando era dulce y rechazándolo si sabía a tabaco. Protestábamos dando fuertes patadas ante sonidos excesivamente molestos, y nos quedábamos quietos como estatuas si algo nos daba mucho miedo. Éramos capaces de integrar todas estas vivencias, aprendiendo de ellas y consiguiendo reaccionar de forma anticipada: por ejemplo, se aplicó una vibración en la barriga de varias madres acompañada de un fuerte portazo que asustaba a los bebés, y después de muchas veces éstos reaccionaban con temor simplemente ante la vibración (Chamberlain, 2002).

 

En la tripa de mamá éramos capaces de distinguir si ella hablaba con nosotros o con otra persona, escuchábamos los cuentos y melodías que nos dedicaba. Después de nacer recordábamos estos momentos compartidos y podíamos detectar cambios en esas canciones y relatos. Por ejemplo, un director de orquesta reconoció en su edad adulta los compases interpretados por el violoncelo que su madre había estudiado durante su gestación (Verny 2009, Chamberlain 2002, Tomatis 1990)

 

Parece que, cuando estamos preparados para nacer porque nuestros pulmones están maduros, segregamos una sustancia que desencadena el proceso del parto. Necesitamos que respeten nuestro ritmo, que mamá esté despierta y presente, que sus contracciones nos abracen para estimular nuestras terminaciones nerviosas, que nos reciba con luz tenue y nos abrace, que nadie nos distraiga durante la primera hora para que podamos mirarnos, olernos, reconocernos, vincularnos. Para que podamos recorrer su cuerpo hasta el pecho y continuar nutriéndonos de ella, como habíamos hecho hasta ahora (Odent 2005, Rincón 2004, Liedloff  2003, Leboyer 2008).

 

Después de nacer distinguimos el olor de nuestra madre y lo preferimos a cualquier otro. Nueve minutos después del parto ya conocemos su cara y la buscamos antes que a otras. Tenemos capacidad de empatía y lloramos ante el llanto de bebés de nuestra misma edad (Chamberlain, 2002)

 

Somos autónomos y capaces de satisfacer necesidades como el hambre y el sueño, así como para regular nuestra temperatura y frecuencia cardíaca siempre que estemos en contacto con el cuerpo de mamá, incluso aunque hayamos nacido antes de tiempo (Bergman, 2015).

 

¿Cuál es el hilo conductor a lo largo de toda nuestra biografía perinatal? La madre. Ella es el hábitat en el que crecemos de forma más o menos sana, más o menos amable. ¿Qué experimenta ella en este periodo tan crucial para cualquier ser humano?

 

Durante el embarazo todo su universo es cambiante: el cuerpo se transforma, hay sensaciones diferentes, los pensamientos se ralentizan. Una nueva identidad está naciendo en ella, alumbrando su rol de madre y dejando atrás toda una etapa que no regresará. (Stern, 1999)

 

Nace la nueva madre y renace la niña que fue. Recuerda escenas infantiles, se reavivan tristezas y alegrías, las heridas primarias se abren buscando una nueva oportunidad para ser reparadas (Gutman 2008, Bydlowski 2007).

 

El parto es un momento culminante de su vida sexual. Por lo tanto, requiere intimidad, oscuridad, seguridad y confianza. Si puede atravesar este momento con plenitud, al mismo tiempo que nace el bebé nace una mujer empoderada, exultante, llena de fuerza y autoconfianza para afrontar la crianza. Y de su pecho puede brotar amorosa leche para seguir alimentando a su bebé. (Schmid 2012, Odent 2005, Rodrigáñez & Cachafeiro 2005)

 

A los padres/parejas también se les movilizan emociones y recuerdos.

 

A los padres/parejas también se les movilizan emociones y recuerdos.  Hay quienes atraviesan fenómenos similares a la depresión postparto. Suelen manifestarse en forma de malestar físico o extremo cansancio, por ejemplo, y se trata de un tema tabú en nuestra sociedad (Odent, 2003).

 

Aunque no existe literatura al respecto, es muy frecuente observar cómo a padres/parejas se les despiertan escenas infantiles y heridas primarias no resueltas al estar en contacto con el bebé recién llegado. Habitualmente surgen sentimientos de celos, abandono, etc. Todas estas vivencias se van integrando con más o menos éxito a lo largo de la crisis de identidad que experimenta la pareja como relación y como suma de sus individuos.

 

En definitiva, la etapa perinatal es un periodo privilegiado para prevenir y reparar heridas primarias.  Nuestra propia gestación, nacimiento y crianza han constituido un periodo crítico de nuestro desarrollo como personas, y sus huellas siempre han estado presentes en nuestra biografía aunque de modo inconsciente. Asimismo, madres y padres/parejas experimentan profundas vivencias en esta etapa en la que están más vulnerables para sufrir pero también para crecer.

 

Berta Pérez Gutiérrez.

www.musicoterapiaymaternidad.es

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Bibliografía

  • Bydlowski, M. (2007) La deuda de vida. Itinerario psicoanalítico de la  maternidad. Madrid. España: Biblioteca Nueva
  • Chamberlain, D. (2002) La mente del bebé recién nacido. (1º Ed) Tenerife. España: Ob Stare.
  • Gutman, L.(2008) La maternidad y el encuentro con la propia sombra. (1ª Ed) Barcelona. España: RBA Libros
  • Imbert, C. (2008) El futuro se decide antes de nacer. La terapia de la vida intrauterina un método que revoluciona la psicoterapia. (2ª Ed.) Bilbao. España: Desclee de Brouwer
  • Leboyer, F. (2008) Pour une naissance sans violence.  En Por un nacimiento sin violencia. J. Aguayo (Trad.). Sevilla. España: Mandala (Trabajo original publicado en 1975)
  • Liedloff, J. (2003) The Continuum Concept. En El concepto del continuum. En busca del bienestar perdido. N. Martí (Trad.) Madrid. España: Ob Stare  (Trabajo original publicado en 1973)
  • Odent, M. (2003) El granjero y el obstetra. (1º Ed.) Buenos Aires. Argentina: Creavida
  • Odent, M. (2005) El bebé es un mamífero. (1º Ed.) Madrid. España: Mandala
  • Odent, M. (2011) El nacimiento en la era del plástico. Tenerife. España: Ob Stare.
  • Rincón, L. (2004)  El abrazo que lleva al amor. México: Pax México
  • Rodrigañez, C. & Cachafeiro, A. (2005) La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente. Barcelona. España: La Llevir-Virus
  • Schmid, V. (2012) El dolor del parto.  Una nueva interpretación de la fisiología y la función del dolor. (2ª Ed.) Tenerife. España: Ob Stare.
  • Stern, D. (1999) El  nacimiento de una madre. (1ª Ed.) Barcelona. España: Paidós Ibérica.
  • Tomatis, A. (1990) 9 meses en el paraíso. Historias de la vida prenatal. (1ª Ed.) Barcelona. España: La Campana
  • Verny, T. (2003) El futuro bebé arte y ciencia de ser padres. (1ª Ed.) Barcelona. España: Urano.
  • Verny, T. (2009) La vida secreta del niño antes de nacer. (20 ª Ed.) Barcelona. España: Urano.

 

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