Guión de Nacimiento

Oiga, yo solo quiero ser más feliz”.

Sí, efectivamente, todos queremos ser más felices. En consulta los pacientes vienen porque están tristes, porque están enfadados o porque tienen miedo.

A estas tres emociones básicas: tristeza, ira y miedo le añadiría la culpa y entre las cuatro cubrirían la mayoría de dolencias y patologías por las que la gente decide hacer terapia.

La pregunta entonces sobre cuáles son las barreras de la felicidad sería: ¿de dónde viene el procesamiento disfuncional de estas emociones?

Yo creo que de nuestras primeras experiencias de vida. ¿Cuáles?, Pues de todas las que surgen en la vida intrauterina y extrauterina. Es el periodo conocido como Guión de nacimiento.

¿Que qué es?, pues el tiempo que engloba desde poco antes de nacer hasta el post parto. Concretamente:

  1. Pre-Concepción: ¿Qué ocurría en nuestro entorno justo antes de ser concebidos? Son los condicionantes familiares, relacionales, políticos, religiosos, sociales o culturales que pudieron marcar el porqué, el cómo y cuándo fue la concepción. Revisando el entorno y el clima emocional encontramos que pudo haber tristeza, ira o miedo por abortos previos o porque el hermano mayor nació enfermo y preocupaba si el nuevo bebé sería sano, si tras dos varones se espera una niña, si la pareja estaba en crisis o la familia presionaba, etc. Estas cosas marcan las emociones de los padres y en concreto la de la madre y su emoción será la que transmita al bebé desde el primer estado fusional.

  2. Concepción: ¿Qué ocurría mientras éramos concebidos? ¿Papá y mamá se amaban? ¿Cómo fue el momento exacto de la concepción?, ¿para calmar una ira…, miedo… tristeza? ¿Había amor? ¿Manipulación? ¿Abuso? ¿Evasión? ¿Fue buscado, deseado, accidental? ¿Dificultades en la fertilización? No es lo mismo nacer de un acto de amor consciente que de un abuso, o de una relación ocasional que desembocó en matrimonio forzoso o abandono del padre.

  3. Gestación: ¿Cómo fue el embarazo? ¿se adelantó, retrasó, hubieron sangrados, preocupaciones médicas, familiares, relacionales, laborales o económicas? ¿Cuáles fueron los apoyos? ¿fumaba, bebía, se medicaba? ¿Cuáles fueron las primeras adicciones de ese bebé que vinieron de su fusión con ella? ¿Qué pruebas se hizo? ¿Cuáles fueron los miedos, iras o tristezas compartidas e interiorizadas por ese feto? ¿Hubo un gemelo que se perdió generando la culpa del superviviente? ¿era del sexo adecuado según los padres?

  4. Parto: ¿Cómo fue el trabajo de parto? ¿natural, respetado, inducido, transversal, de nalgas, con placenta previa? ¿hubo cesárea, fórceps, ventosa, vueltas de cordón, parto gemelar o maniobra de Kristeller? ¿Cuáles fueron las intervenciones? ¿inyección de vitamina K, frotamiento del cuerpo, corte rápido del cordón? ¿Separación o apego inmediato? Es clave establecer los parámetros de cómo fue el parto, quienes estuvieron presentes y qué ocurrió exactamente.

  5. Puerperio: La duración de este periodo es más flexible y no comprende un límite claramente definido. Implica todo lo relevante posterior al parto que haya podido afectar al futuro psiquismo del bebé: nutrición física y emocional, la lactancia, porteo, los apoyos familiares, vinculación y apegos, higiene, rituales religiosos, sociales o culturales, como perforar las orejitas de las niñas para ponerlas pendientes, la circuncisión etc. La exterogestación es una prolongación de la gestación y aunque el bebé vive fuera sigue en fusión emocional con la madre.

En suma ¿qué es el guión de nacimiento?, es nuestro origen, el comienzo de todo, el precedente de todos los precedentes. Es lo que explica quiénes somos hoy, quienes hemos sido hasta ahora y el porqué de las decisiones que hemos tomado.

Si la idea de hacer terapia es reequilibrarnos y llevar una existencia sin sobresaltos debemos entonces desmenuzar como fueron esos primeros sustos.

Hoy por hoy, la tecnología muestra fetos de 15 semanas sensibles a la estimulación externa hasta tal punto que reconocen músicas, se repliegan ante la agresión de una amniocentesis o como un segundo feto llega a esconderse detrás del primero ante un examen rutinario con el ecógrafo.

Una aguja que se acerca para sacar líquido para verificar si hay anomalías cromosómicas o ultrasonidos constantes para ver a un bebé en un monitor o los ruidos de la vida moderna son sobresaltos, al igual que el exceso de ingesta de azúcar, el tabaco, alcohol, fármacos o los gritos o tensiones de compañeros de trabajo, jefes, familiares con ideas propias de cómo han de ser las cosas… seguro que todos podemos imaginar un interminable etcétera de escenarios condicionantes para una madre… y por extensión, para el feto que lleva dentro.

Es de sentido común el efecto dominó y así, violentar física o emocionalmente a una gestante incidirá a nivel orgánico, afectando a su matriz y a la criatura que allí batalla por formarse.

Los bebés están expuestos a un sinfín de sobresaltos y lo más importante es que ya extraen conclusiones sobre el mundo. Todo lo que ocurre durante el Guión de Nacimiento nos afecta.

No es lo mismo venir de un acto de amor que de una violación, ni que pensasen en abortarnos, ni que la situación familiar fuese conflictiva o un embarazo moderno constantemente monitorizado, ni nacer de manera natural en lugar de por cesárea o anestesiados por una droga como la epidural. Luego nos extrañamos de las conductas adictivas pero nuestros hijos ya vienen con un coctel químico incorporado y todo por no saber cómo manejar nuestras emociones, el miedo sobretodo.

Esta es la principal razón por la que las mujeres ceden su libertad y su poder. Heredamos patrones de miedo y demasiado pronto se nos domestica con la razón y la constante guillotina que supone ese sentimiento paralizador. Sobre ese promontorio se establecen los protocolos hospitalarios que no velan por el bebé y mucho menos por la mujer. De esta manera se descartan las prácticas más beneficiosas para que los alumbramientos sean más amorosos y conectados y devienen en partos, instrumentalizados, medicalizados, es decir, invasivos.

Un bebé sentirá esa invasión y de tener la capacidad del lenguaje y el raciocinio adulto bien podría decirnos: ¿quién eres tú para hacerme esto?, ¿por qué lo haces? ¿Acaso has revisado desde donde intervienes? ¿Desde el amor conectado y respetuoso o desde un miedo primal que no has aprendido aún a procesar? Si es así, vete por favor de aquí y déjame que me conecte a mi madre. No la asustes. No la soliviantes. Déjame libre de tus emociones, exacerbadas o anestesiadas. No te necesito ahora. Tal vez luego si sucede algo inesperado. Pero si sucede, entra respetando a mi madre… por favor.

Fue y es el hombre y su miedo el causante de la doblegación de la mujer desubicándola de su espacio natural e instintivo.

Fue el hombre el que en su represión de lo femenino anuló su propia capacidad de emocionarse circunscribiéndolo únicamente a escenarios permitidos por el guión de vida heredado: un fallecimiento, una separación, la navidad, etc. Sí, la ira nos estuvo permitida pues nos habilitaba a la caza del mamut, pero ¿y la tristeza?, ¿y el miedo? ¿Acaso no habitan en nuestras entrañas a lo largo de nuestra vida?

Sí, fue el hombre que por el dolor de la ruptura que supone la separación de la madre al nacer se ha pasado la vida buscando restaurar ese vínculo. ¿Y cómo lo ha hecho? Conquistando sin piedad, decidiendo batallar contra todos y consigo mismo en una búsqueda de saciar una interminable sed de amor robado. Así nace la doblegación y así vienen los bebés.

Todos estamos pagando un alto precio por suprimir la capacidad del hombre a emocionarse.

Con este panorama como no van a extraer los bebés a nivel inconsciente, a nivel primal conclusiones negativas sobre cómo funciona el mundo:

  • No soy bienvenido” (si nada más nacer me impiden respirar al no esperar a que lo haga por mí mismo cortando el cordón umbilical, o si me azotan el culo, o me frotan mi cuerpecito sin amor ni respeto, o me clavan una aguja de Vitamina K)

  • No puedo confiar en los demás” (si al llegar solo me agreden y no me escuchan en mi necesidad)

  • Debo ser culpable” (si me suceden todos estos horrores)

  • No merezco amor” (si solo recibo miedo, nervios, agitación, separación y desconexión de quién me tiene que recibir)

  • No soy digno de un buen trato” (si me maltratan será porque no merezco otra cosa)

  • No soy importante” (si no se respeta mi crecimiento natural, físico y emocional intoxicando mi espacio con sustancias nocivas propias del mundo adulto o induciendo inseguridad o miedo a mi mamá)

  • No soy capaz… no puedo… hacer las cosas por mí mismo” (si tienen que empujarme para salir subiéndose al vientre de mami o forzarme con unas palas gigantes o pescarme como a un pececillo atrapado abriendo con un bisturí una puerta alternativa)

  • Mi presencia acarrea dolor, pesar, miedo o discusión” (si mi madre sufre, enferma o corre peligro físico o psíquico de amigos o extraños)

  • Soy del sexo equivocado” (si todos quieren lo contrario de lo que soy y se decepcionan por ello)

  • No valgo lo suficiente” (si todo lo que me rodea me demuestra que el adulto es escuchado antes que el bebé que intento ser)

El bebé, en su ignorancia extrae conclusiones no desde el lenguaje sino en base a lo que tiene: sus sentidos. Éstos le informan de constantes agresiones físicas, químicas, emocionales, sensoriales y hasta intelectuales. Así se repliega, se da la vuelta, vienen de culo, se encojen, mueven y muestran su conformidad o disconformidad con lo que ocurre fuera. Son sensibles y viven fusionados a las emociones y psiquismo de la madre. ¿Por qué entonces ignorar una fuente tan rica y determinante de información? Los psicólogos debemos aprender, investigar y sobretodo escuchar más y mejor y no tener miedo de un periodo tan decisivo en la vida del paciente.

Por todo esto un bebé decide pronto como funciona el mundo y siente estos hechos como verídicos y así se forma “La Mentira Personal” que no es otra cosa que el pensamiento o creencia más negativa que tenemos sobre nosotros mismos.

Lo grave es que el resto de nuestra vida viene definido por esta “Mentira Personal” y así buscamos en las relaciones, en los trabajos y en cómo nos manifestamos en el mundo la confirmación o negación de esta creencia. Por lo general su manera de operar es inconsciente y así nos pasamos la vida sin saber que el motor que la rige es una creencia que es falsa.

El trabajo de indagar y revisar “El Guión de Nacimiento” obedece a conseguir detectar “La Mentira Personal”.

Una vez descubierta, la idea es ver cómo opera en nuestra vida, en nuestras elecciones, en nuestras conductas. Al detectarlas vemos cómo y por qué elegimos amigos que nos trataban mal, parejas inadecuadas, trabajos donde se nos desvaloriza, pero sobretodo la sensación permanente de vivir en un bloqueo de vida. La idea es disolver esta Mentira Personal a base de discriminar las conductas que la potencian.

Por ejemplo, si al no ser deseado o buscado o al ser agredido con pruebas protocolarias que el feto no entiende, o recibir la nicotina del tabaco, o separado nada más nacer por comodidad para dormir la primera noche de parto y mandar al bebé al nido, se puede extraer la conclusión de “no soy amado” y de este modo ese bebé solo tiene dos opciones en su vida:

  • Confirmar esa teoría: casos de disociación emocional típica de los hombres que les cuesta estar en contacto con sus emociones, en situaciones de intimidad, llegando a elegir profesiones, amigos o parejas que les confirmen que no valen, que no son capaces, que no son dignos de lo bueno… que no merecen ser amados; niños etiquetados como buenos porque no lloran cuando a menudo están deprimidos, perfiles de desconfianza por lo que les cuesta obedecer a unos progenitores en los que sienten que no velan por su integridad física y emocional.

  • Negar la teoría: usando la sobrecompensación buscan constantemente el amor vía aprobación, atención y así son buenos, correctos, esforzados, generosos, buscadores de amigos y parejas, que son los que siempre llaman, se ofrecen, ajuntan y se ofenden cuando no hay reciprocidad de trato o no son correspondidos. Son casos donde suelen elegir una profesión donde sean amados, aclamados o considerados favorablemente por su entorno. Aquí residen los perfiles de éxito. Los niños no estudian porque quieren, lo hacen porque es una manera de conseguir sentirse mirados, reconocidos… amados, una vez más.

En realidad la mayoría de las personas que no han resuelto su mentira personal suelen oscilar entre ambos perfiles en un intento inconsciente de encontrar el equilibrio en sus vidas.

Esto explica aquello de “lo que no podemos ver en nosotros es lo que no soportamos en los otros” (la gente disociada sobre la gente cariñosa) o también esos perfiles de éxito en los ambientes más humildes (sobrecompensan el “yo no soy digno o merecedor” con una energía que niegue esa premisa llegando a cosechar grandes éxitos) o de auto sabotaje dentro de los más elitistas donde se puede vivir el “soy culpable” y se pierde una fortuna en una sola generación por pensar que el dinero fue el sustituto del amor paterno y la manera de restaurarlo inconscientemente es la de perderlo.

Las “Mentiras Personales”, porque desarrollamos varias, suelen cristalizar en nuestro “Guión de Nacimiento”. Por eso es fundamental investigarlo, revisarlo y así, sanarlo.

Desde la psicología clásica, para saber lo que le pasa a la gente estudiamos los precedentes de su historia, ¿cuál fue ese primer episodio?, ¿cuál fue el detonante del trauma? Claro, en la mayoría de enfoques trabajamos con la fuente de información y esa es, la memoria del paciente. El problema de la memoria es que es selectiva. No recordamos todo lo que nos pasó. Tal y como la entendemos su aparición está supeditada a la adquisición del lenguaje y este empieza a desarrollarse sobre los dos años.

Entonces, sobre esos precedentes ¿cuáles son los más fiables? ¿De los que nos acordamos o de los que no? ¿Tienen mayor validez los auténticos primeros traumas o aquellos de los que recibimos información directa del paciente? Y ¿cuál es el primer trauma de todos, el definitivo, el origen del cual se derivan el resto de experiencias de la vida?

Para mí y otros autores que están explorando la Psicología Perinatal pensamos que no hay dolor en la vida como “El Trauma del Nacimiento”.

Por muy duro que sea vivir un accidente, un fallecimiento, una enfermedad, abuso, humillación, o cualquier otro, no existe mayor trauma para el ser humano que el de nacer.

Nuestra mente racional, cartesiana y académica suele descartar este hecho principalmente por incómodo pero sobretodo por ignorancia. Es más sencillo y racional hablar de las cosas que vemos, que son observables, medibles y cuantificables y claro, ¿cómo podemos extraer información fiable sobre el parto?

Todo álbum de fotos está incompleto sin las primeras instantáneas y esas son la vida intrauterina. Si no tenemos la información de ese periodo, carecemos entonces del prólogo y del capítulo 1 de nuestras vidas y así nuestra historia se fragmenta si empezamos a contarla desde el capítulo dos.

Sería realmente fascinante llegar a unos datos que no solo tenemos el derecho a conocer sino toda nuestra responsabilidad, porque somos, hoy día, una consecuencia de esa primera parte de nuestras vidas.

Omitir esta información por irrelevante por carecer de recuerdos en el sentido clásico es un ejercicio de miopía consciente fruto de mentes acostumbradas a vivir en lo fácil.

Es obvio que hay una laguna de información.

¿Cómo subsanarla? Indagando en nuestro Guión de Nacimiento.

Javier de Domingo

www.siloshombreshablasen.es

 

 

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