Un concepto indispensable: salud primal
La salud primal es un concepto que salió a la luz en 1986 de la mano del Dr. Michel Odent. Este autor señala que nuestras enfermedades y nuestros rasgos de personalidad se conforman, en gran medida, durante el periodo primal. Esta etapa comprende la vida fetal, el nacimiento y el primer año después de nacer.
A pesar de la tardía aparición del término, numerosos investigadores de Europa y Estados Unidos trabajaron desde los años 50 para comprender mejor el inicio de la vida del ser humano y las importantes repercusiones de este periodo en la salud infantil y adulta.
“En la actualidad, estamos llegando a una nueva fase en la historia de la cultura médica. Las publicaciones médicas de mayor autoridad incluyen cada vez más artículos sobre los efectos del entorno pre y perinatal en la salud y las enfermedades del adulto.”
Michel Odent, El nacimiento en la era del plástico
Estos reveladores descubrimientos ponen encima de la mesa la importancia de unas etapas que habitualmente se descuidan, sobre todo desde el punto de vista afectivo. Y por tanto, se hace apremiante la necesidad de que surjan trabajos terapéuticos que atiendan la salud integral del ser humano durante el periodo primal.
Salud en el bebé
En la actualidad, la mayoría de los bebés se desarrollan en un entorno fetal similar al siguiente: madre con estrés como telón de fondo ya que el embarazo moderno se plantea como una constante prueba de obstáculos y posibles complicaciones (pliegue nucal, triple screening, diabetes gestacional, etc.), con el miedo al parto y, en muchos casos, con poca comunicación entre madre y bebé.
El bebé necesita sentirse deseado, aceptado y amado. Necesita que su madre le tenga presente y se comunique con él/ella, que le haga partícipe de lo que ocurre y que le tenga en cuenta como un ser humano completo. Esto le protege de los efectos nocivos que provocan el estrés y la ansiedad.
Salud en la mujer embarazada
Normalmente entendemos al ser humano de forma fragmentada, dividido en compartimentos, como si por un lado fuera nuestro cuerpo, por otro nuestras emociones y por otro nuestros pensamientos. Pero cada persona es un todo indisoluble, como un gran puzle en el que las piezas sólo tienen sentido cuando están unidas y se contemplan como una sola imagen.
Desde este punto de vista, que es también la base en la salud primal, consideraremos que una mujer vive su embarazo de forma sana no sólo si no se presentan complicaciones fisiológicas, sino también si su mundo emocional y mental están ordenados y desbloqueados.
¿Qué quiere decir esto? No es necesario que nuestra vida sea perfecta, ni que no tengamos problemas, ni que nos encontremos en un estado de calma y plenitud constante. En la vida ocurren cosas imprevistas, unas nos gustan más y otras menos, y nos vamos adecuando a estas circunstancias con los recursos que tenemos. Es sano saber lo que siento, identificar lo que me pasa, poder nombrarlo y expresarlo a través de cauces que no me dañen a mí ni a mi entorno.
Cantar en el embarazo: salud para los dos
Cantar regula el sistema respiratorio y cardiaco, ayuda a liberar el estrés y proporciona una agradable sensación de bienestar. Desde tiempos inmemoriales se han utilizado cantos que facilitan el trabajo de parto y melodías para arrullar, calmar y jugar con los niños, antes y después de nacer.
Cantar en el embarazo tiene un beneficio doble. Para las mujeres es una hermosa manera con la que canalizar sus emociones y relacionarse con su hijo/a. Al bebé, le vincula con su madre, le conecta de forma cálida y consciente con su fuente de vida y amor.
Además, en el parto “expresar el dolor a través del canto tiene un fuerte efecto analgésico y favorece la dilatación del cuello del útero. Tranquiliza al bebé y refuerza el vínculo afectivo con él/ella” (Verena Schmid, El dolor del parto).
Berta Pérez Gutiérrez