Enséñame a cantar…

Enséñame a cantar…

“El ritmo y la armonía encuentran su camino en lo más profundo del alma”, decía Platón.

Vibrando en nuestra piel, nuestros huesos, nuestras células, en todo nuestro cuerpo, la música transita por todo nuestro ser, oscilando, sacudiéndonos, palpitando, agitando con trémolo y trepidante placer hasta la última partícula en nosotras/os.

Es así cómo el prístino arte que teje ritmos y notas modulándolos en melodías, armonías, acordes… se erige en nuestro interior y nos envuelve al mismo tiempo.

No es de extrañar por tanto que desde nuestros inicios como especie se haya venido enlazado la música y el canto con costumbres de índole ritual, creando de ese modo una mágica urdimbre entre voz, sonido y espiritualidad.

Proyectar la voz, abriendo los labios, la mandíbula, la garganta, dejando brotar sonidos, escuchando lo que nos susurra nuestro cuerpo, percibiendo las sensaciones físicas con las que el canto y la liberación de la voz nos deleita, es un precioso instrumento para conectar con nuestro pensamiento, nuestra dimensión física, nuestras emociones, nuestra esencia.

Y no sólo por lo plácido y confortable que es sentirnos en plenitud, sino por fruto de las endorfinas que comienzan a recorrernos, considero que la presencia de nuestra voz es un bien y un útil muy preciados, que cultivándola, nos tiende la mano para hacer florecer sensaciones, ideas, evocaciones y experiencias valiosísimas para nuestro crecimiento y bienestar.

Como no podía ser de otra manera, partiendo de la propia experimentación con esta bella herramienta, y retroalimentándome de la contemplación en las maternidades de hechos tan frecuentes como los sonidos de una mujer de parto, de cómo éstos cambian en cualidades e intensidad a lo largo de su proceso, los pujos espontáneos con la glotis abierta, el clamor catártico de las madres tras la primera mirada a sus hijos/as… se me representa como algo poderosamente evidente que la proyección de la voz es ineludible e imperiosa en momentos que son genuinos pináculos de la vida de una mujer.

Al igual que Frederick Leboyer recopilaba información imprescindible para la difusión del arte milenario del cánto carnático maternal desde la India, mis mentoras Maria Grazia Billone y Gabriella Bianco fueron con quienes redescubrí a través de la tradición hindú el poder de la voz humana.

El canto carnático se ha convertido en una de mis mejores herramientas para trabajar con mujeres, embarazadas, de parto, puérperas, que se encuentran en un proceso de pérdida perinatal, todas aquéllas que quieren conectar con su femineidad, su esencia y su poder. Un hermoso método de reconectar con nuestra energía.

Sé que mi maestra Gabriella es un auténtico portento a la hora de transmitir la naturaleza del canto carnático maternal, por ello os engarzo estas palabras con las suyas propias:
“En uno de sus viajes al sur de la India, Leboyer fue observando cómo las mujeres embarazadas se reunían regularmente para meditar. Si bien la meditación es una práctica muy propia de la cultura hindú, esta meditación presentaba una peculiaridad que llamó la atención del padre del parto sin violencia: el canto coral, rítmico y repetitivo. Su curiosidad le indujo a investigar más acerca del canto carnático y sus beneficios para la mujer y el bebé durante el nacimiento, antes de aprender esta técnica y decidir proponerla a las mujeres europeas una vez de vuelta a Francia.
El canto carnático se articula en vocalizaciones muy poderosas para la mujer que empieza a cantar desde los primeros meses del embarazo. Vocalizando todos los sonidos de forma repetida la mujer toma conciencia de la respiración abdominal, tan importante durante el embarazo y, al mismo tiempo, tan difícil de reencontrar tras años de tensión muscular en la zona del vientre, hogar de nuestras emociones infantiles más profundas.”

El resto de este fantástico artículo lo podréis encontrar en el siguiente enlace:

http://www.crianzanatural.com/art/art143.html

Por último, os propongo como actividad de asueto, revisar la magnífica labor de Rosa Zaragoza, especialmente su trabajo “A la luz de la risa de las mujeres”, en el que uno de los fragmentos más luminosos hace referencia a la melodía con conforma el canto carnático maternal tradicional.

Y mil gracias a Berta y Raquel de MUSA, Música y Salud en Madrid, por su invitación a colaborar. Realizáis una labor preciosa y os animo a seguir adelante, siempre adelante.

¡Hasta pronto y a cantar! 😀
Captura de pantalla de 2015-11-23 21:58:56

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