Habitat madre

Para la salud, el hábitat es la Madre

Nils Bergman es un pediatra e investigador de prestigio internacional que nos cuenta este revelador descubrimiento: el recién nacido es un ser autónomo y perfectamente capaz de satisfacer sus necesidades básicas, siempre que esté en su hábitat. ¿Y cuál es su hábitat? La madre. En contacto cuerpo a cuerpo con ella el bebé puede comer, dormir, regular su temperatura y su frecuencia cardíaca, incluso siendo prematuro. Su hábitat es su fuente de salud.

Esta aportación choca de lleno con nuestra tradicional concepción del recién nacido como ser dependiente e incapaz. Pone también de relieve la situación de vulnerabilidad en que nos deja que nos separen de nuestra madre de forma tan precoz.

Pero, ¿qué ocurre si pensamos “en términos de civilización”, como dice el Dr. Michel Odent? Hemos perdido la autonomía para generar nuestra propia salud, que actualmente encomendamos en manos de los profesionales. ¿Podríamos extrapolar las afirmaciones de Nils Bergman y aplicarlas a nuestra civilización en su conjunto? ¿Cuál sería ese hábitat en el que tendríamos la capacidad de desarrollarnos de forma sana y autónoma? Una vez más, el hábitat es la Madre, la tierra.

Cultivar en las proximidades del lugar en que vivimos, alimentarnos de esa tierra, nutrirla de vuelta con nuestros desechos y deposiciones, en un cuidado mutuo, una relación circular en la que verdaderamente la tierra ya es parte de mí y yo soy parte de ella.

La realidad es que estamos desarraigados. Comemos plátanos de Perú, tomates de Almería, agua de Granada, vamos a un médico que apenas nos conoce y que nos receta fármacos fabricados en Alemania. Pisamos asfalto, respiramos humo y pasamos el día encerrados entre cuatro paredes.

Vivimos como nacemos. Se nos separa de la madre y nos acostumbramos a pasar nuestros días lejos de la Madre. Perdemos la referencia primaria de amor y cuidado, y luego nos resulta dificilísimo velar por el medio ambiente, que sentimos ajeno, propiedad de los ecologistas.

No sé cuál sería la solución para quienes vivimos en zonas urbanas…  Lo bueno que tienen los procesos circulares es que se puede intervenir en ellos desde cualquier punto, confiando en que el movimiento se extenderá también de forma circular. Yo apuesto por la humanización del nacimiento, por mujeres que puedan parir empoderadas, llenas de hormonas del amor que permitan el vínculo con sus bebés, que les inunden también a ellos de afecto, que la ternura y el cuidado sean naturales… Que se recupere plenamente el ciclo de amor con la madre para restaurar nuestra relación con la Madre, la tierra.

Madre Tierra
Madre Tierra

 

Berta Pérez Gutiérrez.

www.musicoterapiaymaternidad.es

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