Lo que durante mucho tiempo ha sido una simple intuición de las madres ahora es una evidencia científica: los bebés necesitan estar con su madre. ¿Para qué? Para regular su temperatura corporal, su respiración y sus secreciones hormonales, para sentirse seguros junto al cuerpo conocido que hasta ahora fue su hogar, para que el bienestar afectivo les permita centrarse en crecer en lugar de tener que gestionar el estrés que les supone la separación de su madre.
No son sólo los protocolos de algunos hospitales los que interfieren en esta relación de cercanía, sino toda una cultura del desapego que nos invita a separarnos de nuestros bebés. “No lo cojas en brazos que lo malcrías”, “no lo atiendas cada vez que llora que se malacostumbra”, “está demasiado enmadrado y eso no es bueno”, ”pasáis demasiado tiempo juntos y eso no es sano”, “márchate, que los bebés no se enteran de con quién están”,etc. Nos ofrecen cuidarlo y sostenerlo para que tengamos tiempo de hacer tareas, cuando en realidad la mejor ayuda sería que alguien se encargara de los quehaceres para que madre y bebé puedan sumergirse en esa fusión que es tan necesaria para nuestros hijos.
Así lo ha demostrado el Dr. Nils Bergman, gran impulsor de la neurociencia perinatal y los cuidados piel con piel, que en este documental explica cómo las investigaciones científicas han llegado a demostrar la importancia de proteger esta relación que será la matriz, el molde con el que estableceremos el resto de vínculos en nuestra vida. El vídeo dura 50 minutos, pero merece la pena:
Berta Pérez Gutiérrez.