Prevenir el parto traumático

¿Cómo detectar y prevenir un parto traumático?

El parto es crítico desde el punto de vista psíquico”. Así comenzó la Dra. Ibone Olza el seminario Aspectos psicológicos del parto traumático organizado el 25 de enero de 2014 e n Madrid por el Proyecto Terra Mater. La Dra. Olza es psiquiatra

perinatal, profesora en la Universidad Autónoma de Madrid, investigadora y conferenciante de prestigio internacional.

 

Actualmente, una de cada tres mujeres presenta algunos de los síntomas de estrés post-traumático asociados al parto. Este escalofriante dato merece una buena reflexión sobre las prácticas obstétricas modernas y sobre el tabú generalizado de la violencia en el parto. A continuación presentaremos una parte del trabajo de la Dra. Olza orientado a la detección y prevención del parto traumático.

 

Factores que determinan la vivencia del parto

Hay muchos factores que condicionan nuestras experiencias. Es fundamental comprender los aspectos psicológicos del parto para entender por qué lo codificamos como una vivencia de empoderamiento o como un suceso traumático. Los factores determinantes son:

  •    Neurobiología. El parto es un evento del sistema central y está marcado por la producción de neurohormonas como la oxitocina y las endorfinas , entre otras. Esta descarga hormonal prepara a la madre para la crianza y mantiene al bebé en una alerta tranquila.  También deja en la memoria de ambos una profunda huella gracias al efecto de las catecolaminas. Interferir en este proceso neurobiológico puede inhibir el desarrollo del parto y ser causa de sufrimiento para madre y bebé.
  •    Expectativas. Durante el embarazo, cada mujer imagina un tipo de parto. Vivirá la realidad  del alumbramiento de forma más o menos traumática en función de cuánto se ajuste a lo que ella esperaba y deseaba.
  •    Psicobografía. Cómo fue el nacimiento de la parturienta, la percepción de su propio cuerpo y sexualidad, su forma de vivir el dolor, etc.  también marcarán a la  manera en que afronta el parto.
  •    Cultura. En determinados países está culturalmente aceptado el nacimiento en casa, o bien en un hospital o con ciertos procedimientos.  Este entorno condiciona a la mujer para planificar y vivir sus partos.
  •    Acompañamiento. No es igual dar a luz con palabras de aliento y apoyo, que con críticas y descalificaciones, o con falta de información sobre lo que ocurre y lo que se hace. La actitud en el acompañamiento durante el trabajo de parto  es esencial para el tipo de vivencia que  registra   la mujer.

 

Síntomas para detectar un parto traumático

La vivencia del parto es siempre subjetiva.  Aunque personas que hayan asistido al alumbramiento lo califiquen de “normal”, la mujer ha podido experimentarlo como un momento doloroso y traumático y esto no se puede cuestionar de forma objetiva. Las características básicas del parto traumático son:

–          Recuerdo involuntario, intrusivo. Se trata de esas imágenes del parto que viene a la mente sin que las evoquemos, sin nuestro propio control, cuando menos lo esperamos.

–          Desconexión, embotamiento. Se produce una sensación de extrañamiento con las personas cercanas, un sentimiento de desvinculación.

–          Necesidad de hablar de lo que pasó. Después de una primera etapa de silenciarlo, necesitamos repetir muchas veces el relato del parto traumático, como una búsqueda incesante para elaborarlo e integrarlo.

–          Rabia. El enfado como estado emocional básico, que va más allá de las situaciones concretas, que se generaliza y  queda como telón de fondo.

–          Rechazo a la sexualidad. El parto es un momento culminante en la vida sexual de la mujer. Después de un parto traumático es muy difícil retomar la actividad sexual porque nos conecta con esa vivencia dolorosa que aún no está integrada.

–          Dificultad para querer tener otro hijo. El miedo a repetir el suceso traumático del parto puede ser una causa que dificulte las ganas o la posibilidad de concebir un nuevo hijo/a.

–          No saber por qué se le han practicado determinadas intervenciones durante el parto. No recibir información durante el parto provoca un alto nivel de impotencia y ansiedad. Esas emociones quedan borradas como mecanismo de compensación del dolor, pero pueden detectarse si en el relato del parto la mujer no sabe responder a por qué le practicaron determinadas intervenciones obstétricas.

–          Cambio de la percepción en el tiempo. En una situación traumática, tendemos a borrar las escenas dolorosas de nuestra memoria consciente para poder superar el golpe. Sólo tiempo después, esas imágenes intrusivas, esa rabia como estado emocional de fondo o síntomas similares van abriendo camino a la vivencia traumática para que pueda ser elaborada y reparada. A veces no se recuerda hasta el primer cumpleaños del bebé (fecha que pude ser muy difícil para la madre si el parto fue traumático).

 

¿Podemos reparar?

Hay investigaciones transculturales que muestran cómo las mujeres de los cinco continentes manifiestan la necesidad de hablar de sus partos. A través de la construcción del relato del parto se van rescatando los momentos felices y dolorosos, se puede llorar y reír, expresar lo que fue callado y, en definitiva, hacer el trabajo de integración que nos permite quedarnos en paz con la experiencia vivida. Un acompañamiento terapéutico puede ser de gran ayuda para reparar un parto traumático, aunque no siempre es necesario.

 

El trauma de los profesionales y vías de prevención

También hemos de mencionar el trauma secundario, es decir, la huella que deja un parto traumático en las personas que participan de la escena. Muchas matronas y obstetras experimentan la culpa de no haber intervenido para detener una situación de violencia o la sensación de haber fallado a la mujer que acompañaban.

 

Para sobreponerse a este trauma secundario el recurso vuelve a ser el silencio y la insensibilización.  En algunos casos, abandonan su trabajo en los paritorios para no formar parte de un sistema con el que no comparten criterios. Si deciden quedarse, construyen una coraza emocional que les distancia de la realidad humana del parto pero que también les protege del sufrimiento del trauma secundario.

 

La Dra. Olza propone un trabajo de prevención centrado en crear espacios donde matronas y obstetras elaboren sus vivencias en los partos, de forma que puedan permanecer sensibles y en activo, contribuyendo a crear un sistema de intervenciones respetuosas con madre y bebés.

 

¿Qué siente el bebé?

Un parto traumático tiene consecuencias para la mujer, para su pareja (que experimenta el trauma secundario como los profesionales), para matronas y obstetras y, por supuesto, para el bebé.

 

El miedo, la angustia y el dolor de la madre se transforman en hormona s que llegan hasta  su hijo/a. Las catecolaminas se encargan de dejar una huella indeleble, aunque la memoria consciente relegue esa información a un oscuro rincón del subconsciente. El Dr. Frederick Leboyer ha relatado como nadie la experiencia del bebé durante el parto en su libro Por un nacimiento sin violencia: “Todo el sistema defensivo se pone en marcha contra esta agresión. Si lo que se pretende es comprobar que todo el sistema de alarma funciona bien, todo es perfecto; pero hemos creado un reflejo condicionado, uno de esos ”nudos” cuya fuerza nos ha demostrado Paulov: hemos relacionado para siempre “respiración y agresión” ¡La vida es algo de lo que tenemos que defendernos! Hemos vinculado de forma indisoluble respiración y muerte, vida y angustia. ¡Excelente toma de contacto! Se ha establecido una neurosis.”

 

Legislación y conclusiones

            En Venezuela se ha aprobado recientemente una Ley de Violencia Obstétrica en la que están consideradas delito actuaciones como obligar a la mujer a parir en posición supina (tendida boca arriba) o interferir en el establecimiento del apego y la lactancia.

 

En 2007 se aprobaron en nuestro país unas Recomendaciones  sobre la Asistencia al Parto, pero la realidad no ha sido muy diferente desde entonces. ¿Por qué? Una respuesta puede ser que las embarazadas no demandamos información suficiente sobre nuestro futuro parto, que nos hemos creído que no podemos tomar las riendas de ese momento en el que somos protagonistas y activas, que agachamos la cabeza ante un sistema  médico jerárquico y nos dejamos anular. Otra explicación podría ser que aún  hay muchos  profesionales que no consideran realmente necesario informar, que desconocen los aspectos psicológicos del parto e interfieren excesivamente en los nacimientos, y que han encontrado como única salida permanecer acorazados emocionalmente.  Quizá necesitemos algo más que Recomendaciones para proteger los derechos  básico en la etapa perinatal.

 

Las premisas para un buen parto son que la mujer pueda sentirse segura y una baja estimulación cortical. El miedo prolonga e inhibe el parto. Que estas condiciones tan fundamentales  puedan darse depende de los legisladores, de los profesionales y de las madres. La responsabilidad es de todos porque las consecuencias también lo serán: los niños son el futuro.

 

 

Berta Pérez Gutiérrez

www.musicoterapiaymaternidad.es

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