4 Orientaciones sobre la música para niñxs

Yo tenía un amigo que decía que “sobre gustos hay mucho escrito, pero algunas personas no lo han leído”. Sea cierto o no, en este artículo partiremos de la premisa de “para gustos, los colores”, porque cada uno disfruta  con lo que mejor le parece.  Aun así, sobre calidad sí que hay mucho escrito, y a la hora de considerar qué música puede ser adecuada para los niños es importante tener en cuenta ciertos criterios objetivos.

El pensamiento divergente es esencial para la creatividad

Antes de las CUATRO orientaciones, veamos una idea básica que facilitará la comprensión de todo lo demás. El concepto de pensamiento divergente se refiere a la capacidad de dar múltiples y muy variadas soluciones a un mismo problema, es decir, es fundamental para la creatividad con la que afrontamos un reto.

Los niños pequeños presentan un grado altísimo de pensamiento divergente, que va disminuyendo según crecen (debido al sistema educativo actual, principalmente). Lo importante es saber que nuestros hijos son artistas innatos, con una capacidad perceptiva y creativa enorme.

De esto nos damos cuenta muchos padres y madres, cuando descubrimos que nuestro retoño  tiene una inclinación especia l hacia la música, que de forma natural se pone a cantar y bailar,  que sigue el ritmo perfectamente,  y entonces nos preguntamos: ¿qué podemos hacer para canalizar toda esa creatividad musical?

CUATRO orientaciones sobre la música para niñxs

UNO.- Instrumentos musicales de buena calidad.

El niño pequeño capta los matices mucho mejor que un adulto. Por eso es muy importante que si ponemos instrumentos musicales a su alcance, éstos sean de buena calidad y estén bien afinados.

Es muy frecuente encontrar “instrumentos para niños” cuyas características suelen ser estar fabricados con plástico, tintados con colores estridentes y emitir sonidos insoportables para los adultos. La pregunta es: si es desagradable para mí, ¿no lo será también para el niño? La respuesta es un rotundo SI.

Y no sólo eso. Ante los estímulos agresivos  tendemos cerrar nuestra percepción, para protegeros. Esto significa que los instrumentos que producen un sonido de mala calidad, lejos de potenciar las capacidades musicales de nuestros hijos, las atrofian.

DOS.- Alentar en lugar de criticar.

De manera espontánea, los niños cantan y bailan para nosotros esperando ser alentados en su expresión artística. Esta capacidad de canalizar su creatividad es una de las bases de su salud mental y emocional, algo que les equilibra y les ayuda a integrar lo que ocurre en el mundo que les rodea.

Es importante que acojamos estas iniciativas valorando sus aportaciones, sin ridiculizarlas ni minimizarlas, entendiéndolas como la expresión profunda de un ser humano en crecimiento que necesita una mirada benévola para construir una autoestima sólida.

TRES.- Disfrutar de la música que escuchamos.

Los mismos criterios sobre la producción musical son aplicables a la recepción, es decir, a lo que escuchamos. No olvidemos que el niño  pequeño es un ser inteligente, sensible y con un alto grado de percepción de los matices. Por eso la música que le ofrecemos ha de ser rica en armonías, melodías y letras.

Nuestros hijos aprenden por imitación. Tienen buena memoria e integran la realidad en la que viven reproduciendo lo que observan. Si cuando estamos con ellos escuchamos música con un lenguaje y/o  armonías malsonantes, eso es lo que ellos incorporarán a su mundo interno.

La música especialmente creada para niños suele ser simplona. Aparecen numerosos productos en el mercado que adaptan partituras clásicas o canciones populares, convirtiéndolas en temas aburridos,  machacones y sosos. Un niño pequeño aprecia la belleza y es capaz de disfrutar con la música de buena calidad. ¿Lo ideal? Los autores que combinan la sencillez  con la riqueza armónica y la poesía en las letras. Un buen ejemplo es la serie “Ruidos y ruiditos” de Judith Akowsky.

CUATRO.- Música en directo: ¡no estamos sordos!

Está muy extendida la creencia de que los espectáculos musicales infantiles deben hacerse con un volumen atronador, luces cegadoras y canciones simplonas. Pero esto queda muy lejos de la realidad interna del niño artista, sensible a los matices, que necesita desarrollar su capacidad perceptiva en vez de atrofiarla.

Muchos de nosotros hemos salido con dolor de cabeza y atontados de conciertos infantiles. La pregunta vuelve a ser la misma: si es desagradable para mí, ¿no lo será para los pequeños? Y también a la inversa. Un espectáculo del que los adultos disfrutamos, de esos que parecen elevar el alma, ¿no nutrirán también el espíritu del niño? Tan sólo hemos de tener en cuenta su edad  para no llevarles a funciones demasiado largas (20 minutos es más que suficiente para menos de 3 años y 1 hora para los de 3-6 años). Mejor cortas y participativas, en las que puedan moverse, cantar y bailar.

Resumiendo

La música es un arte y los niños pequeños, artistas que aún no han sido sometidos por la mente cuadriculada y racional,  y cuyos sentidos perciben con mucha más intensidad que los nuestros.

Potenciar las inclinaciones musicales de nuestros hijos es ayudarles a expresar lo más profundo de su ser de una forma bella y constructiva. Es permitirles conservar su capacidad  creativa para adaptarse a un mundo en constante cambio.

Instrumentos y música de buena calidad, así como apoyarles en sus iniciativas, son las bases para que crezcan seguros de que sus aportaciones son valiosas, que merece la pena contribuir con algo hermoso. En definitiva, un poderosos granito de arena para una autoestima sólida y una salud integral.

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Berta Pérez Gutiérrez.

www.musicoterapiaymaternidad.es

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